Un fuerte repudio generó en redes sociales y ámbitos educativos el accionar de un alumno que, durante su viaje de egresados, se disfrazó de una supuesta víctima de violencia sexual. El joven apareció en una fiesta temática caracterizado con ropa interior femenina ensangrentada y maquillaje simulando golpes, lo que provocó indignación por su contenido ofensivo y violento.
El hecho ocurrió en un boliche durante un festejo privado de estudiantes del nivel secundario. Las imágenes, difundidas rápidamente en redes sociales, mostraron al alumno vestido con un tutú, manchas rojas simulando sangre y moretones falsos, generando interpretaciones que apuntan a una burla hacia víctimas de abuso y violencia de género.
Organizaciones feministas y colectivos de derechos humanos manifestaron su rechazo y pidieron que se actúe desde las instituciones educativas con perspectiva de género. “Este tipo de representaciones refuerza estereotipos peligrosos y naturaliza la violencia”, señalaron desde el colectivo Ni Una Menos.
Desde el establecimiento educativo al que asiste el joven se emitió un comunicado donde se afirma que se convocará a la familia y se trabajará con el área de orientación para abordar lo ocurrido. “Entendemos que es necesario promover una educación con valores de respeto y empatía”, indicó la dirección escolar.
El caso volvió a abrir el debate sobre la necesidad de incorporar más contenido sobre educación sexual integral, respeto por la diversidad y responsabilidad social en las escuelas. Especialistas coinciden en que estos hechos deben ser abordados pedagógicamente, sin negar la gravedad simbólica del mensaje.
Mientras tanto, el joven y su grupo de compañeros permanecen en el centro de la controversia, en un episodio que interpela tanto a familias como al sistema educativo sobre los límites del humor y la urgencia de una formación más empática y consciente.