El conflicto entre SanCor CUL y sus trabajadores sumó un nuevo capítulo esta semana cuando más de 600 empleados y empleadas de todo el país, afiliados a la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (ATILRA), marcharon a los tribunales de Rafaela para rechazar el “Plan de Crisis” presentado por la empresa. En juego está no solo el sustento de cientos de familias, sino el futuro de una cooperativa que durante décadas ha sido un pilar de la producción alimentaria argentina.
La movilización fue encabezada por el Cuerpo de Delegados de SanCor CUL, que emitió un comunicado en el que explicó los motivos de la protesta y cuestionó con dureza la propuesta empresarial. La convocatoria coincidió con la audiencia fijada por el juzgado para analizar el plan, en presencia del juez, la sindicatura y el comité provisorio de control.
Más que números: historias detrás del conflicto
Según señalaron los delegados, existen tres hechos recientes que motivaron la marcha: la presentación de más de 300 pedidos de quiebra con continuidad por parte de trabajadores; la deuda salarial superior a cinco meses; y la presentación formal del “Plan de Crisis” por parte de los administradores de la empresa, con el objetivo de frenar las acciones judiciales y continuar operando sin abonar salarios ni cobertura de salud.
Detrás de estas cifras hay empleados con 15, 20 o 30 años de antigüedad que hoy no pueden pagar el alquiler, comprar medicamentos para sus hijos o cubrir necesidades básicas. Familias enteras que crecieron alrededor de la industria láctea ahora enfrentan la incertidumbre más absoluta.
Datos técnicos que dimensionan la crisis
El documento difundido por los representantes gremiales detalla que el plan reconoce expresamente la falta de financiamiento de SanCor CUL y su imposibilidad de cumplir con las obligaciones de pago en el corto plazo. La cooperativa, que históricamente procesaba más de 3 millones de litros de leche diarios y generaba productos lácteos consumidos en todo el país, hoy opera a una fracción de su capacidad.
Además, contempla un nuevo ajuste de personal: desde 2019 la cooperativa desvinculó a más de mil empleados —reduciendo su plantilla de aproximadamente 1.500 trabajadores a menos de 500— y ahora plantea despedir a 304 trabajadores adicionales como parte de su estrategia para reducir costos. Esta medida dejaría a la empresa con apenas 200 empleados, poniendo en riesgo la viabilidad operativa de sus plantas en Sunchales, Rafaela y otras localidades.
El impacto en la cadena alimentaria nacional
La crisis de SanCor trasciende lo laboral: afecta directamente la seguridad alimentaria y la producción nacional. La cooperativa no solo es una fuente de empleo directo, sino que sostiene a miles de pequeños y medianos tamberos que dependen de ella para comercializar su producción lechera. En provincias como Santa Fe, Córdoba y también en el norte del país —incluyendo regiones lecheras de Jujuy— la caída de SanCor genera un efecto dominó sobre productores que pierden uno de sus principales compradores.
Conexión con la producción láctea de Jujuy y el turismo rural
Aunque Jujuy no es conocida históricamente como una gran cuenca lechera a nivel nacional, en los últimos años han surgido emprendimientos de producción láctea artesanal en zonas como los Valles Templados y la Quebrada de Humahuaca, muchos de ellos vinculados al turismo rural y gastronómico. Pequeños productores locales que elaboran quesos de cabra, dulce de leche orgánico y otros derivados miran con preocupación lo que sucede con gigantes como SanCor.
La caída de referentes nacionales de la industria láctea afecta el ecosistema completo: dificulta el acceso a insumos, encarece la logística y desalienta inversiones en el sector. Para el turismo rural jujeño, que apuesta cada vez más a experiencias agroalimentarias auténticas —visitas a queserías, degustaciones de productos locales, circuitos de granja—, la estabilidad del sector lácteo argentino es fundamental para mantener la confianza de consumidores e inversores.
La lucha por la continuidad
Los trabajadores, acompañados por ATILRA, rechazaron la propuesta empresarial y ratificaron su apoyo al pedido de quiebra con continuidad, una figura legal que busca garantizar el mantenimiento de la producción y las fuentes laborales bajo un esquema alternativo de gestión. Esta modalidad permitiría que las plantas sigan operando, protegiendo empleos y manteniendo viva la producción, mientras se busca una solución de fondo.
“La marcha es para decir claramente que no aceptamos un plan que legitima el incumplimiento salarial y el achique”, señalaron desde el cuerpo de delegados, quienes también remarcaron el impacto social que tendría una nueva ola de despidos en comunidades donde SanCor ha sido, durante generaciones, la principal fuente de trabajo.
Un espejo para toda la Argentina productiva
El conflicto, que lleva varios años de tensión creciente, enfrenta ahora un punto clave en el ámbito judicial. La definición del juez sobre el plan y los pedidos de quiebra será determinante para el futuro inmediato de la histórica cooperativa láctea.
Pero más allá del fallo, lo que está en juego es un modelo: ¿puede Argentina sostener sus cooperativas tradicionales, sus fuentes de empleo genuino, su producción alimentaria estratégica? ¿O asistimos al desmantelamiento progresivo de un entramado industrial que sostiene comunidades enteras?
Reflexión exclusiva para vos, lector de Jujuy360
Cuando consumís un producto lácteo, cuando recorrés un camino rural y te detenés en una quesería artesanal, cuando elegís apoyar el turismo local, estás participando de una cadena mucho más grande de lo que parece. La crisis de SanCor nos recuerda que la industria no es solo una cuestión de balances y gerencias: es trabajo, es familia, es comunidad. Es el lazo entre el campo y la ciudad, entre el productor y tu mesa.
Comprender este vínculo —entre la industria, las familias trabajadoras y nuestra propia vida cotidiana— es esencial para construir un país más justo y sostenible. Porque cada empleo defendido, cada cooperativa que resiste, cada pequeño productor que sigue apostando, es un hilo que mantiene unido el tejido social argentino. Y ese tejido nos incluye a todos.
La batalla de los trabajadores de SanCor es, en definitiva, la batalla por un modelo de país donde el trabajo digno, la producción nacional y el futuro de las familias argentinas sean prioridad. Hoy más que nunca, es momento de mirar, entender y acompañar.